Muertes absurdas 10: Clement Vallandigham

Clement Vallandigham
Abogado y activista político
Volvemos a la serie “Muertes absurdas”, ya en su décima entrega, para hablaros de un hombre que se tomaba muy en serio su trabajo, tanto es así que, siendo abogado, ganó un caso después de muerto. Como el Cid, pero jurista.
Clement Vallandigham nació en 1829 en Ohio (Estados Unidos). Fue un hombre de leyes, dedicado a la justicia y la política en todas sus facetas. Sirvió como abogado en algunos de los casos más importantes de los Estados Unidos de mediados del siglo XIX, fue un activista por la abolición de la esclavitud y en contra la guerra civil estadounidense (algo que incluso lo llevó a la cárcel y al exilio en Canadá), y sirvió como representante en la Cámara Baja del Congreso del país. Sin embargo, toda esta meritoria carrera se vio truncada por una muerte tan inesperada como absurda.
Una vez terminada la guerra civil estadounidense, Vallandigham pudo regresar del exilio al que había sido condenado. Retornó a su tierra natal, Ohio, y, aunque hubo de dejar a un lado su actividad política, continuó luchando por la justicia social desde su labor como letrado.
Corría el año 1871 cuando nuestro protagonista fue contratado para defender a un hombre acusado de asesinato. Thomas McGehan, el acusado, se justificaba diciendo que durante una pelea con el fallecido, la propia arma de la víctima se había disparado accidentalmente, causándole la muerte. Obviamente, aunque esto fuera cierto, todo jugaba en contra del acusado, pero la contratación de un hombre de la reputación de Vallandigham elevó el caso a otro nivel y alargó el juicio durante días.
Una tarde, el abogado trató de ponerse en la piel de la víctima y reproducir paso por paso lo que había ocurrido durante la pelea en el bar. Para ello preparó un arma descargada y estudió cómo la llevaba colocada el fallecido en el momento del accidente. Pidió a sus compañeros abogados que lo acompañasen para demostrarles que una pistola podía dispararse al llevarla colocada en la cintura mientras te levantas desde el suelo de rodillas. Y ciertamente, tenía toda la razón, así fue. Vallandigham, por error, había cogido el arma cargada que se había usado originalmente en el crimen en lugar de la descargada que había preparado previamente, y mientras se encontraba realizando su recreación, el arma se disparó hiriéndole gravemente en el vientre. El abogado murió al día siguiente en el hospital debido a una peritonitis.
Curiosamente, la reconstrucción de los hechos fue tan convincente que McGehan fue absuelto. Quizás la culpa de todo esto la tenía precisamente él, McGehan, que debía ser gafe, pues al menos dos hombres relacionados con él se dispararon accidentalmente.
Uno de los detalles más desconcertantes fueron las últimas palabras de Vallandigham, que en su lecho de muerte declaró su fe en la idea de la predestinación. No sabemos si se refería a que estaba predestinado a resolver el caso o a morir de forma tan absurda, o si a ambas cosas, el caso es que ahí queda eso.

Aquí un vídeo animado que reproduce la historia:
  • Vallandigham, J (1872): A Life of Clement L. Vallandigham, Turnbull Brothers, Baltimore.

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