Una de las prostitutas de Primo de Rivera, detenida por asuntos de drogas

Los (presuntos) affaires no son sólo cosa de actualidad, y a comienzo del siglo XX también tenemos algunos Monagos y Clintons. Se dice que de entre los hombres que han ostentado poder en España, el más mujeriego fue Miguel Primo de Rivera (sin contar a los de sangre azul, claro), dictador entre 1923 y 1930.

"Love is in the air".
NdA: Buscábamos imágenes de M. Primo de Rivera cuando esta fotografía
 ha salido a nuestro paso, y claro, no podíamos dejar pasar la oportunidad.
El asunto que nos atañe tiene que ver con La Caoba, una mujer que ejercía el que se hace llamar como "trabajo más viejo del mundo". La buena señora, que parece que no llegaba a fin de mes, se metió en asuntos de cocaína.
El problema fue que la pillaron, y entonces el juez Prendes Pando se emperró en procesarla. Hay que ver... cuando los jueces se ponen molestos no hay manera de hacer nada.
El dictador, que había llegado a la revuelta España de Alfonso XIII con la intención de liderar una "revolución contra la moralidad", trajo la inmoralidad con él. Se conocía a Primo de Rivera como "eterno tertuliano de las casas de juego y de las casas de ventanas cerradas donde se expende el amor fácil". 
Las amigas de Primo de Rivera, cuando cazaron a La Caoba, acudieron a él solicitando auxilio:
-Miguelito, tú que eres tan bueno, debías socorrer a la pobre Caobita.
"Primo ordenó fuese puesta en libertad" (hemos querido poner esta cita por la familiaridad con la que se trata a la figura de este señor, propia de gitanos).
La orden no fue bien recibida por el juez, que se cerró en banda alegando que la justicia no recibe órdenes, por lo que fue expedientado y castigado en numerosas ocasiones. El presidente del Tribunal Supremo fue cesado por apoyar al juez.
El periódico Heraldo de Madrid, para sortear la censura, camufló la información situando la historia en Bulgaria y cambiando a Primo de Rivera por el primer ministro búlgaro. El presidente del Ateneo de Madrid, Rodrigo Soriano, y Miguel de Unamuno, muy críticos con el régimen, fueron desterrados a Fuerteventura ese mismo año.

Esto de los políticos y la justicia parece que no es cosa de hoy en día.

  • Jordi Casassas Ymbert (1981), La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Textos, ed. Anthropos, Barcelona.
  • Vicente Blasco Ibáñez contra el Rey de España (IV): El fracaso del Directorio.

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