Un portaaviones... de hielo

La Segunda Guerra Mundial presentó muchos problemas a los Aliados, algunos de los cuales encontraron soluciones cuanto menos curiosas. 
Uno de esos problemas era el transporte de tropas, materiales y otros elementos de Estados Unido a través del Océano Atlántico, camino a Gran Bretaña.


Un convoy durante la II Guerra Mundial
K. Dönitz

Karl Dönitz comandó magistralmente la Kriegmarine contra los convoys americanos, que sufrían muchas pérdidas en la que se conoce como la Batalla del Atlántico (que duró casi toda la guerra).

Si bien la Royal Navy hacía justicia a su fama y era prácticamente imposible de destruir por parte de los alemanes, el bloqueo de la isla era una estrategia que bien podía ahogar a los ingleses. Los ataques se producían de noche, en superficie, y de forma masiva, como si fuesen una "manada de lobos".
La defensa de los convoys la realizaba la aviación, que era capaz de rechazar con cargas acuáticas a los submarinos. Sin embargo, en mitad del Atlántico existía una zona donde, dado que la tecnología de aviación todavía no estaba suficientemente avanzada, los aviones no eran capaces de ofrecer cobertura a los convoys.

En Gran Bretaña la desesperación hacía que se considerasen todo tipo de ideas para combatir al enemigo, así que cuando Geoffrey Pyke propuso utilizar algo tan estable como un iceberg para solventar el problema, no fue mal recibido.
Recreación artística
La idea era colocar una plataforma de aterrizaje en mitad del Atlántico para ampliar el radio de acción de la fuerza aérea, pero no era tan fácil como cortar un trozo de iceberg y desplazarlo hasta el lugar deseado, pues era necesario construir una pista de aterrizaje, artillería antiaérea...

El problema vino cuando se calculó el tamaño del bloque en cuestión, que decía de tener sumergidos unos 150 metros de hielo. Se rechazó por inviable, pero entonces se tuvo otra ocurrencia: un barco de hielo.
Bloques de hielo en el interior del prototipo
Se trabajó sobre la idea de un barco con amplios depósitos llenos de hielo adosados al casco que rodeasen la estructura. Los trabajos del denominado Proyecto Habakkuk comenzaron en Canadá, lugar de clima válido y que disponía de los recursos necesarios. El prototipo tendría la décima parte del tamaño del definitivo. Otra invención vendría entonces: el pykrete, un material fabricado con pulpa de madera y hielo de fácil modelado, muy resistente y no se fundía tan rápido como el hielo natural.

La prueba fue un éxito y se encargó la construcción de cien ejemplares.
Pero llegaba el final de 1943, y a Churchill le informaron de que tardaría al menos dos años en fabricar sólo uno.
El fin de la guerra no fue lo único que acabó con este barco que todavía no había nacido, sino la tecnología aérea, que avanzaba a pasos agigantados y ya no precisaba de una plataforma atlántica.

REFERENCIAS




Esta entrada forma parte del especial Segunda Guerra Mundial. Más información aquí.

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